En sus ojos ardía el mundo y su alma.
A miles de kilómetros alguien se conmovió con palabras que eran como caricias. Palabras que hablaban del viento en el pelo de una chica. Palabras en el viento a una chica que a miles de kilómetros escuchaba y percibía algo que salía de mi pecho y que mis oídos, a escasa distancia, no conseguían separar del ruido del mundo.
Como un disparo a quemarropa: el testigo oye la detonación, la víctima no.
El alma crea cosas que solo están destinadas a los demás y ahí está la huella de Dios: no es necesario para la lógica, pero existe, como la ternura o la venganza. ¿Me entiendes?
Hoy mi alama ha perdido el mando. La han derrocado mis vísceras y planean provocar un cisma sangriento en mi cuello y un mórbido cráter en mi pecho. Entre tanto el cerebro se pierde en la ironía recurrente. Se consume a sí mismo encadenado a axiomas que no sabe controlar. ''Siempre hay tiempo, siempre hay una excusa, siempre se pueden exigir responsabilidades a los demás''.
Pero cuando las luces se apagan y tengo que dejar de actuar, toda la farsa se derrumba. Nunca podremos engañarnos a nosotros mismos para siempre. Hay algo innecesario y divino que se interpone. Ese algo duele cuando se le intenta engañar y acentúa cada fracaso, cada error programado. La recurrencia. Ese golpe que siempre te das contra el mismo mueble, una vez tras otra. ''Lo único que realmente he aprendido gracias al tiempo sobre el pensamiento humano es que en la mayoría de los casos la contradicción que se repite es una de las constantes más frecuentes y fiables. Yo soy tal y pasa el tiempo y me releo y resulta que no estoy de acuerdo y ahora soy cual.''
La desesperación parece inevitable, pero el caos y la falta de lógica del comportamiento humano son un arma de doble filo: allí donde la sangre brota por desidia, son regadas las semillas de un nuevo día, y con él la posibilidad de que algo cambie. Solo hay que abrazar la idea de que puede que jamás veamos el cambio, puede que no sea para nosotros, y aún así podemos sentirnos satisfechos de las palabras que son caricias a miles de kilómetros, o de los puentes que creamos y que jamás cruzaremos. Lo innecesario es lo divino, y sin espiritualidad se puede respirar, pero no tanto apreciar el aire.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Estás a punto de escribir un comentario en el Colectivo! ¡Es un momento muy importante para ti! y un gesto de agradecer por nuestra parte. Recuerda ser todo lo respetuoso que te sea posible y sobre todo ten una buena dicción. Si es necesario busca las dudas en Google. Hagamos de internet un mundo más legible.
Gracias.
Atentamente: el Departamento de moderación y buenos hábitos de C.A.