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jueves, 4 de julio de 2013

Primeros contactos.

A veces sueño despierto. Mi mano barre estos campos verdes que pronto serán dorados. Acaricio la tierra muy suavemente, rozando con mi inmensa palma las copas de estos chopos, estos eucaliptos, estos alcornoques y aquellas maravillas metálicas que giran y giran. Aquellos árboles de corteza esmaltada que le roban la vida al viento y nos la entregan en nebulosas de energía.
En este autobús los ojos me pesan y pesan en ellos ya años del mismo paisaje. Los girasoles en julio, los pastos verdes en enero, la piedra impasible que solo se deja hacer de forma discreta, jamás a la vista del miserable hombre, la miserable mujer o cualquier ente que quiera desentrañar su vejez. Este paisaje a veces anegado por las aguas que nos son tan necesarias y tan devastadoras. Y yo jamás podré tocarlo en su extensión. Y sueño que mi mano barre con suavidad este suelo y noto las hebras de la hierba razar mi suave palma. Nunca podré tocarte.

A veces me paro en la tierra de las personas cuando viajo por el universo. Me paro y miro: las gentes y sus cosas. Muchas veces quise amarles, y otras hervía en mi el dolor y el odio. Pensé en llorar mis ojos y gritar mi voz para que vieran lo que yo. Himpar como la pantera o cacarear como el gallo. Pensé incluso en mostrarles el universo: los porqués existen en el mismo plano que la nada. Pero cuando los hijos del dolor crecieron y se hicieron garantes de la perpetuidad de su casa tuve que huir. Asentía en tanto que buscaba una salida.
Ya nunca más me paro en la tierra de las personas. Sigo errante, flotando impulsado únicamente por la inercia de mi huida

A veces intento explicarme ante ti. Pero tú siempre tienes razón. Siempre la has tenido. Y da igual que esa razón sea falsa: la tienes. El miedo que criaste hoy se descubre en rebeldía, pero sutil. Conspiraciones en la cocina, a eso llega todo su alcance. No buscamos tu arrepentimiento, sino nuestra verdad. Todos buscamos nuestra verdad en los demás, y si no está se crea, y si no se acepta se impone, y si esto no es posible entonces ''ya no podemos estar juntos''. Lo que Dios unió, que no lo separe el hombre. Pero el hombre y la mujer, la mujer y el hombre si te place más, son hijos díscolos y solo necesitan estar vivos para alzarse como el eje central del mundo. El hombre y la mujer muertos no crían ego, sino gusanos.

Hay ocasiones en las que me invade la irrealidad y me golpea con tanta fuerza que me hace reír. Jamás veremos el mundo desde los ojos de otro, yo jamás tocaré la tierra, tú jamás verás mi universo y cada ser humano que habite el mundo se creerá en posesión de la verdad.
La irrealidad es un estado pasajero, o quizás la única verdad que jamás se me reveló: nunca estás en lo correcto, la única verdad es la vida y la muerte.

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