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viernes, 13 de febrero de 2015

Cuento de Navidad.

A ojos de alguien que observase la escena sin participar en ella, la misma se desarrollaba de forma un tanto peculiar: un niño de unos ocho años, llamado Luca, está sentado en su cama, tapado hasta el vientre y la espalda contra el cabecero. Está hablandole a alguien que sólo él puede ver. Es la noche de navidad y el chico está nervioso como nunca antes. Parte de su nerviosismo viene dado por la presencia de su interlocutor en su habitación tan tarde en la noche. Cuando se dió cuenta por primera vez se asustó tanto que permaneció totalmente inmóvil, fingiendo dormir con la manta asta la barbilla. Pero el otro le había hablado, le había dicho que no se preocupase, que sabía que estaba despierto y que no debía asustarse de él. El chico se mostraba receloso, pero cuando el otro, que se hacía llamar ''El hombre mágico'', comenzó a hacer monerías y malabares Luca había disfrutado sinceramente del espectáculo. Así es que poco a poco va sintiendo mayor simpatía hacia su nuevo amigo. 
Al principio de la conversación el chico no había podido ver al Hombre mágico. Pero sus ojos empezaban a hacerse a la tenue luz y conseguía distinguir formas y contrastes. Además parecía que su compañero emitiera una luz propia, desde el vientre. Le recordaba a uno de sus juguetes, un gusano con cara de bebé que se iluminaba si lo apretaba. Eso ayudaba a reforzar sentimientos de simpatía hacia él. 
Pasan los minutos y la charla se anima. Luca pregunta una y otra vez: ''¿De dónde eres?'', ''¿Sabes hacer trucos de mágia?'', ''¿Me van a traer la bici que pedí?''. El otro contesta entre cabriolas, modulando su voz de forma caricaturesca. Todas sus respuestas van a satisfacer la curiosidad del niño en tanto que alimentar su fantasía. Pero Luca es un niño intuitivo y pide pruebas. Entonces el hombre mágico se acerca a su cama por el lado de la mesilla. Ahora puede verle con bastante claridad: Tiene la forma de un rombo, como una peonza. Viste ropa muy variada y que se amolda a su extraña forma como en un dibujo. Su cara está pintada como la de un payaso. La inmensa boca roja está tan bien representada que parece realmente una boca gigante, como la de algunos peces de roca. Cuando ya está al lado del niño, se inclina hacia un paquete de galletas que hay en la mesilla de noche, lo coge y lo lanza al aire. Cuando el aperitivo aún está ganando altura, coge el reloj despertador y lo lanza también hacia arriba. Luego un lápiz y por último, cuando las galletas comienzan a bajar, vuela una gran bola de plastilina azul. Entonces inclina la cabeza hacia atrás y abre la boca mirando hacia los objetos que le caen encima. Cuando sus labios se separan, un haz de luz irregular se proyecta hacia el techo. La luz baila como líquida y se eclipsa cada vez que uno de los objetos entra a través de las fauces abiertas. Cuando todos han entrado, el Hombre mágico hace una pirueta hacia atrás y vuelve a los pies de la cama con un ''Ta-dá''. Luca se ríe y aplaude enérgicamente. Justo entonces se da cuenta de que está haciendo mucho más ruido del que debería. Inmediatamente manda callar a su amigo que no para de hacer sonidos cómicos. Pero este le dice que a él solo le pueden oir y ver los niños que no duermen en la noche de navidad, e incluso de ellos, no todos: solo los que tienen una gran imaginación. 
Resulta que solo Luca puede verle u oírle y el niño parece estar totalmente conforme con ello. Es una de las primeras veces que algo es únicamente suyo, su propio asunto. 
Suena una puerta abriéndose al otro lado del pasillo. Es la puerta del dormitorio principal. El chico se estremece y el payaso comienza a hacer bromas al respecto, poniendo cara de falsa preocupación y fingiendo que intenta no hacer ruido. A los pocos segundos su madre abre la puerta. ''¿Qué haces despierto?'' le pregunta. Él se queda callado. No ha pensado una excusa y no quiere hablar hasta tener una salida clara. Entonces el Hombre mágico salta desde una esquina de la habitación y se posa con un solo pie sobre la cabeza de su madre. Ella no parece percatarse de nada y sigue de pie esperando una respuesta. Luca se lleva las manos a la boca instintivamente para reprimir un grito de sorpresa y una posterior carcajada. Su madre se impaciente y adquiriendo un tono más firme le ordena que se duerma, que es muy tarde y mañana tiene que despertarse temprano. El payaso sigue haciendo equilibrios sobre la cabeza de su madre. La situación es tan espectacular para el niño que a penas puede reaccionar. Finalmente asiente con la cabeza, pide perdón y se tumba de lado, tapándose hasta el cuello. su madre se acerca a él, se inclina y le da un beso en la sien. Él no la ve irse. Escucha la puerta cerrarse con cuidado y luego una segunda vez, más lejana. Conoce esos sonidos perfectamente. Y sabe que conviene esperar unos minutos para volver a levantarse. 
''Área despejada, repito, área despejada'' dice con tono militar el Hombre mágico. El chico se sonríe y vuelve a incorporarse. Advierte a su amigo que a partir de ahora deberán hacer menos ruido. El otro hace aparecer una cremallera en una de las comisuras y la hace correr, cerrándose la boca. Luca se ríe en voz baja. Entonces continúan las preguntas. Quiere saber por qué está el Hombre mágico allí, hablando con él. Su compañero le dice que las noches de navidad, a los niños más especiales se les conceden deseos y que él es uno de los gnomos encargados de repartir dichos deseos. El niño queda maravillado e inmediatamente pregunta si se cumple cualquier deseo. ''Cualquiera'' responde el otro.
La imaginación del niño comienza a bullir y ya no presta atención a su alrededor. No puede ver unos finos hilos blancos de vapor que salen de los labios de su nuevo amigo, ni se da cuenta del incipiente olor a galletas y plástico quemado. ''Haremos una cosa'' le dice el Hombre mágico a Luca. ''Primero te llevaré volando al país del deseo más fuerte y allí nos dirán cual es tu mayor deseo''. A estas alturas Luca cree toas las palabras de su amigo. Al fin y al cabo le ha visto engullir varios objetos de escritorio y flotar sobre la cabeza de su madre. Pero la idea de volar le resulta tan lejana e irreal que por un momento no le gusta. El otro capta esto al vuelo. Deja de desprender vapor y comienza a hablar más para convencer al chico. Le dice que si no van allí no podrá saber cuál es su mayor deseo y que sería una lástima gasta el único deseo que tiene en algo que no fuera lo más importante de todos los algos. El chico no puede luchar contra esa lógica, así que comenza a preguntar cómo harían el viaje, cuánto tardaría y todas esas preguntas que indican un cambio de opinión. Las explicaciones le son dadas: saldrán por la ventana y solo necesitarán ir cogidos de la mano para flotar juntos. Inmediatamente después le toca un pie al niño y este empieza a elevarse bajo la manta. Tiene que reprimir un grito de nuevo, pero la sensación de flotar era tan agradable y nueva que en seguida comienza a disfrutarla. Eso basta para que se decida. Se levanta con mucho cuidado y va hacia la puerta de su cuarto. La abre muy despacio para no hacer ni el más mínimo ruido. Se asoma al pasillo y verifica que la luz de la habitación de sus padres está apagada. Al volverse deja la puerta abierta en un descuido. Se sube a la cama y se dirige a la ventana. Comienza a forcejear con el cierre con todo el cuidado posible. Por fin cede uno y la lámina de aluminio se libera y retrocede. Una corriente de aire frío inunda la estancia. Luca no se a dado cuenta pero el Hombre mágico ha desaparecido de su habitación y ahora flota frente a la ventana, a doce metros de altura. El chico se acerca maravillado y saca un poco la cabeza. Mira hacia abajo y vuelve a tener dudas. Es mucha altura desde su piso. Pero el otro le insta a que le agarre la mano, que flotará inmediatamente. No está nada seguro, así que el Hombre mágico se acerca más a la ventana, haciendo piruetas y contorsiones en el aire. Aún así, para Luca está demasiado lejos así que le pide que se acerque y en compensación él mismo saca el cuerpo más a través del marco de la ventana. Las manos están apoyadas en el alfeizar. El otro le anima. ''Vamos chico, tú puedes. Tienes que ser valiente para conseguir tus deseos''. Luca apoya una rodilla en el marco y saca un poco más el cuerpo. No se da cuenta de la puerta que se mueve detrás de él. Solo escucha el estampido de la misma al cerrarse por una ráfaga de viento. El ruido es tan potente en al calma de la noche que hace ladrar al perro de un vecino. También hace dar un traspiés al chico.
A ojos de alguien que observa la escena sin participar en ella, hay un pequeño bulto frente al portal de un bloque de viviendas. Varios pisos por encima alguien grita totalmente fuera de sí a través de una ventana abierta. En pocos minutos comienzan a sonar sirenas y a iluminarse el edificio. 
Con el tiempo varios testigos acabarán por confesar que se pudieron oír risas en las escaleras justo antes de que comenzasen los gritos. Algunos incluso hablarán de que escucharon una bocina o un silbato. Muy pocos confesarán que al niño, que parecía haberse precipitado desde la ventana de su habitación, le faltaba parte de una oreja y tenía marcas de mordiscos en el cuello. Marcas de una mandíbula irreconocible. 

1 comentario:

  1. Creo que no llego a captar el final. No voy a pedir una explicación porque le quitaría la gracia, pero sí que podría rogar por una pista, una palabra o quizá una frase que me ilumine.
    Un saludo y buen trabajo.

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