Escribo porque no estás aquí y con algo tengo que rellenar el hueco.
Llevas sin estar demasiado tiempo, así que me he acostumbrado a escribir.
Ahora se me da bien... No sé si quiero que vuelvas.
Ahora ME gusto. No tengo claro si te necesito.
De todos modos, cuando te escribía, no respondías. Y te he escrito mucho. He gastado noches. ¿Entiendes? Ahora, día santo, gasto mi fe con tal de mostrarte mi amor y mi odio, las dos caras de una moneda que me baila en el bolsillo. ¿Sabes qué más baila en mis pantalones? El cinturón, con agujeros adicionales.
Se paraba en los lugares estratégicos, pero en un mal momento: ese mirador, pero con niebla. Creía que así ejercía algún tipo de justicia. ''Yo te daré sentido cuando no tengas uno. Yo les hablaré de guerra en épocas de paz''. La playa los días que no eran de baño. Completaba el círculo haciendo cosas innecesarias, cediendo cuando era su derecho exigir. Quería cuando no era querido. A veces no entendía cómo podía vivir en una contradicción tan espesa. A veces no entendía, pero sentía y creía escuchar la voz del tiempo. Susurraba: no importa.
Y si no importa, se puede escribir lo que sea. Y el sentido vendrá solo. Se puede hablar de cordones de zapatos, o de tacones. Bonitos tacones, caros tacones, manchados de orina. Bonitas camisas, plegadas, y la cascada que surge desde el estómago herido que mancha el pavimento. El lujo en un grumo de vómito. El deseo entre los coches, la orina entre las piernas, el deseo flexionado meando entre los coches y un ''no mires, cerdo''; daños irreversibles en los meniscos de la que algún día será la puta madre de alguien. ¿Quizá hoy? ¿Quizá contigo?
Pero la indulgencia existe. Puestos a prostituir, prostituyamos la verdad. Que el olvido cure los desgarros. Total, nada importa.
Imaginaba escenas grotescas en las que se revolcaba por el suelo, graznando improperios, en medio de la calle abarrotada. Y contaba los segundos. ''Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete...'' ¿Cuánto tardarían en dejar de darle importancia? No había tiempo que perder en un loco más. Tenían compromisos, cosas que pagar con dinero prestado, dinero que devolver, alcohol que devolver, regalos que devolver. Tenían mil y una cosas que hacer a desgana y por compromiso, COMO IBAN A PRESTARLE ATENCIÓN A ESE TARADO.
Luego volvía en sí, pagaba el bus y se sentaba donde no tuviera que mirar a mucha gente, ni ser visto por mucha gente.
Pero el dolor sí importa, y por eso lo explico.
Hace poco me crucé con alguien, y tuve que fingir que me importaba lo que me decía. Joder, incluso estuve sonriente y jovial. ¿Pero era yo? No... era ese otro, el que ellos han hecho. Cómo le odio. ¿Para qué carajo quiere caerles bien? Desde luego es odioso ese individuo, debería cortarle la lengua, así aprendería. El caso es que desde que habla por mi, tengo menos problemas afuera... pero más confusión adentro.
A veces no sabía qué hacer y escribía. No sabía qué, pero siempre salía algo. Un recuerdo, una mala intención, o la música. Matar en la ficción le relajaba. Entregaba en sacrificio su vergüenza y sus secretos, siempre envueltos en capas y capas de palabras y metáforas. Atravesaba la cobertura y pinchaba hondo, derramando su puta sangre sobre... ¿Quién? ¿Alguien la saborea? A veces puedes escupir bilis y recibir rosas. No hay nada peor que recibir amor del ser odiado. No hay nada peor que gritar y gritar, buscando ayuda, y que esos hijos de puta aplaudan cada vez más fuerte, para silenciar tus gritos. No se dan por aludidos, son inmunes, solo quieren carnaza. Solo queréis carnaza -aquí aparta la vista de la hoja y te mira fijamente a los ojos-.
Idos a la mierda.
"El lujo en un grumo de vómito." Genial, de verdad. Nunca antes me había dado por leer este blog a pesar de que sé de su existencia desde hace bastante, y lo cierto es que no me estoy arrepintiendo.
ResponderEliminarYa iba siendo puta hora...
Eliminar