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jueves, 17 de abril de 2014

La puta ruina.

La página en blanco me mira. "Otra vez tú" y le respondo mis desamores y decepciones. Ella sabe que volveré con otras historias que contarle porque la mitad de mi vida la vivo de puertas para dentro. Por eso la gente me tacha de fantasioso y peliculero. La página entiende y sabe que he intentado afinar mi frecuencia a la del resto, pero no he encontrado la armonía.
La futilidad de la vida, el amor a la familia, mi problema secular con las mujeres... Lo de siempre. Estoy estancado, estoy pudriendome por dentro, encayado en una gripe que no pasa. Lo que me entusiasma muere o jamás llega a nacer. Lo que se me da bien es la mayor fuente de mis inseguridades. Lo que se me exige lo detesto. Es todo un sinsentido. Estoy tan cómodo que si me siento en silencio, puedo escuchar mi cuerpo muriendo al ritmo de la tele, internet y el día a día.
Tener contentos a mis padres, tener amigos fieles, tener una mujer que me quiera como yo la quiero, tener para vivir. En principio ese es mi paraíso terrenal, pero loco, por algún motivo, no termina de llegar. Alguien me ha timado por el camino. Y si me entero de quién ha sido le rajo. Solo espero no descubrirme mirándome las venas "con ganas de darme el capricho". Porque igual, joder, soy yo mismo mi saboteador. ¿Y entonces qué? La ruina, hermano.

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