Un tipo de debilidad.

Esa de cuando te sientes vulnerable por ofrecerle a alguien más de lo normal. Y que pasen de ti y tú te preguntes el porqué. Que te cueste coger el sueño porque la mente fabrica todas las fatalidades posibles pa joderte la ilusión. Qué coraje.
A mi me encantan las cosas claras y por eso la ''incertidumbre de la reciprocidad'' es algo que me resulta muy dañino. Sé que todo esto es solo un juego al que estás obligado a jugar, porque sino ''se pierde la magia''. Coño, la magia no existe, y lo que sí sé que existe son mis intenciones, aunque tenga que ir desvelandolas poco a poco para que no huyas. La sinceridad se aprecia mucho cuando no te dicen a ti las cosas claras, porque la sinceridad no da margen de maniobra: si me muestro reacio a quedar contigo puedes ir dándote cuenta de que igual no me gustas, pero si te digo que es que no te soporto entonces te cabreas y te choca. Lo mismo al contrario y en otros tantos casos.
¿Quién inventó el flirteo? A veces es divertido, pero no compensa la angustia del que deshoja margaritas mentales. Ay la duda... que te da esos nervios divertidos y esa nausea no tan divertida. Será que a mi me falla el instinto y no se me da bien bailar.
Se me da de escándalo pensar mucho, y por eso analizo cada una de tus reacciones solo para torturarme un poquito más o consolarme cuando hago que te rías. Pero en mi mundo ideal yo te presto mucha más atención y tú me prestas mucha más atención, y tenemos conversaciones que me imagino en la ducha, o caminando por la calle -en definitiva, en esos momentos en los que uno solo está a lo suyo.
Todo esto me crispa porque siempre me he considerado muy independiente, capaz de darme mi propia felicidad y mis propias razones. Pero luego veo que no, que soy capaz de pasarlo mal como un crío al que no miran. En parte, escribiendo esto soy como un crío que quiere que le mires, pero todo codificado para que la sinceridad no me desborde y huyas. Las cosas claras.