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lunes, 27 de mayo de 2013

Pensamiento sobre lo repetitivo. Pensamiento sobre lo repetitivo. Pensamiento sobre lo repetitivo.

Comentamos la monotonía. En un proceso imperecedero, paulatino y constante. Analizándola exhaustivamente, como el físico en busca de la materia oscura, como el oncólogo en busca del tumor, como el cánido penduleando tras su hueso.
Asemejo la monotonía con símiles pseudometafóricos, y ella se asemeja con números decimales que podrían ser enteros, con vacuos datos físicos, con líneas y líneas que cualquiera debería conocer: Distancias de fricción, prevención automatizada, variaciones en los campos visuales. . .
Datos y amalgama semántica que deberían estar en posesión de la psique colectiva, algo intrínsecamente imprescindible. . .

Estudiamos la monotonía en una jugarreta de perogrullo, en una antítesis general, la estudiamos y caemos en ella, formamos parte de su antediluviano ente, en un proceso acrecentado y evolutivo. La monotonía de cazar, de esculpir puntas de lanza, de levantar catedrales de la nada, de orar y venerar a Dios, lo lineal de hacer la guerra. ¿Y de hacer el amor?. Quién fuese emocionalmente estático para poder hastiarme de sus besos y su reir.
La trucha impulsándose corriente abajo, el pensador asándose en calderas, el impostor adulado, lo íntegro en lo estúpido y la dejadez en el glorioso éxtasis. Jack London en la metrópoli y Childish en los Alpes Suizos. Analizar la monotonía y la fatiga, sus efectos nocivos y cómo afecta a nuestra idiosincrasia, como nos vulnera y hace vulnerar a los demás, pero leemos y leemos como autómatas hasta plasmar al rojo vivo su mensaje en nuestro inconsciente y entonces, estamos dentro.

Leemos como autómatas, vivimos como ellos y evolucionamos como ellos. Naces, te desarrollas, vendes tu plenitud física al feudo, te reproduces antes de que la senilidad muestre sus fauces y te deshojes. Somos la monotonía en su máximo exponente, un paradigma de lo que soslayamos, una broma pesada, la contradicción de nosotros mismos. Las líneas que unen las aristas de una forma poligonal, en el recorrido recto e incorruptible del eterno retorno, la copia de ti mismo proyectada infinitas veces en el tiempo, hasta el inevitable fin de éste.

1 comentario:

  1. No siempre. No siempre. No siempre. No siempre. No siempre.

    Dice Uno que "enrevesao como el camino de las pozas"

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