Mi mente es un caos, mi cuerpo puro cochambre. La sombra del futuro apenas alcanzan mis pies, avanzando en un basto yermo sin timonel, sin esa sombra que marque mis pasos. Recorriéndolo con el Sol, paralelo, perdido, chamuscándome. El mundo, sus gentes, ilusorias, se me presentan como una pesada broma de la concepción de mi mismo, un funesto recordatorio de algo que no asimilo ni entiendo. La mujer que te besa cálidamente y que abúlica retorna su rumbo de espaldas a ti. La esperanza de un mundo mejor, desestamentado y ecuánime, mientras la humanidad se aproxima al precipicio, agarrándose mutuamente, sonrientes, entonando ridículas canciones de discoteca y adorando el arte de lo pueril y lo ridículo.
¿Vuestras conciencias no alcanzan a pensar, "realmente merezco ser lo que soy" o "sería la misma persona en segundas venidas"?.
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En un ejercicio de despotismo sin parangón, he crecido aferrado a la creencia de ser superior a la media, esa certidumbre fraudulenta por la que todos hemos pasado alguna vez, agarrarte fuerte a tu propia estima para no afrontar el hecho de que lo piensas porque formas parte del sinsentido generalizado de la sociedad, cuando precisamente la naturaleza de esa falsa creencia, te hace sumergirte aún más en los conceptos y las personas que repudiarías representar y ser. Ahora ese irrisorio pensamiento me hace reír y compadecerme de mi mismo, creces y evolucionas con el peso del mundo sobre tus hombros, azotándote decididamente con su inquebrantable fusta, cada vez que reflexionas sobre el futuro, sobre lo que supones para la muchedumbre de tu entorno, cada vez que recuerdas lo que querías ser y lo que realmente eres.
"Doscientas víctimas en un atentado en Yakarta", "La hambruna azota Somalía ocasionando miles de fallecidos", "La guerra en Siria provoca el hacinamiento en los campos de refugiados". Entonces piensas en ese mismo peso del mundo que se deposita sobre ti. Labrar tu propia vida, gestar amistades y relaciones humanas imperecederas, autoabastecerte con tu formación y tu experiencia, cuando en millones de vidas humanas todo eso se reduce al ecuménico hecho de sobrevivir. Por lo tanto, haciendo justicia a tu sentido empático, te es inevitable sentirte responsable de las penurias que fustigan al pueblo cuando el mismo juicio de la preponderancia y la supremacía, provoca la miseria en el otro extremo del mundo. Te crees mejor para salvarte a ti mismo e ignorar al resto, y eso mismo te convierte en el mismo profano hijo de puta que jamás desearías ser.
Aquí llega mi comentario habitual. Me siento muy stalker con vosotros, pero me da igual.
ResponderEliminarMe encanta, Álex. Cada vez me gusta más leerte, quizá porque te estoy cogiendo el tranquillo o no sé.
Gracias por dejar el privilegio de leer cosas así.
Un beso a todos.
Resulta muy sencillo maquillar la cobardía en este sin sentido,
ResponderEliminar¿Qué pensaré de mi cuando lea mi biografía?¡¡Joder!!
Tio, es muy bueno, gracias.
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