Si lo encuentro os lo traeré.

Ha pasado un buen tiempo, aunque no me haya dado cuenta de ello. Otro ciclo se acaba. Como tantos otros en este mismo instante -si es que este tipo de cosas suceden en un solo instante.
La línea de mi vida se me desdibuja,  y cuando miro las fotos viejas la sensación de no saber quién me mira con mis propios ojos desde esas fotos se acentúa, me atenaza las tripas de forma suave, como siempre, pero cada vez más patente.
Ayer soñé que ese niño me miraba, sostenía un reloj e imitaba su sonido en tono burlón. No, no lo soñé, pero dentro de mi mente ya no hay diferencias entre lo que es y lo que querría que fuera.
El mundo se me vuelve cada vez más confuso. Como si me volviese más tonto a medida que conozco más de sus facetas. Siento la desesperación de quien vive en una rutina suave sin fuerzas suficientes para hacerse cargo de su propia vida.
Yo solo sé escribir. Y no se si eso mismo me hace escribir o es acaso que realmente tengo algo que decir. Si tengo algo que decir, no lo sé, a veces siento que sí, pero... esa sensación pura desaparece cuando veo que hay tantas voces como la mía, clamando su verdad, sepan o no sepan escribir. ¿Para qué quiero trascender?
Al final da igual. No entiendo de dónde sale este impulso, pero sé que el ego lo alimenta, y el odio y el amor como una entidad indivisible: amo lo que hago, pero me odio por hacerlo. Si dentro de mi no hay cohesión no sé qué le puedo pedir al mundo.
Nací en una pequeña balsa que flota sobre los cadáveres de la juventud de muchos. No tengo frío, ni hambre -siempre y cuando tenga ganas de comer. No tengo enfermedades. Pero tengo un dolor que me dice que algo no va bien.
Me he intentado dar a conocer, pero resulta que uno puede morir solo, no hay nada que indique lo contrario, no hay nada que te asegure el amor de tus iguales. Y aunque lo consigas siempre estará la perra duda de si es sincero. No quiero seguir pujando por el amor y la comprensión de quienes están perdidos como yo, pero no se dan cuenta, no quieren darse cuenta o en efecto no lo están y me observan como uno observa una mosca sin alas: viva pero desarraigada. No voy a volar más.

¿pero sabes qué? sigo vivo, y tengo algo que encontrar.
no se si en mí o en otro
pero tengo que seguir porque morir no es una opción que esté dispuesto a plantearme y al fin y al cabo no tengo nada mejor que hacer.


De esta forma tan rara me despido, sin saber ni qué coño he dicho ni qué coño he querido decir. Lo siento gente, no me sale mejor, no sé decirlo mejor, o alomejor son palabras demasiado altas para que pueda componerlas a mi temprana edad de 21 años. Me llamo Mohamed, no sé qué hacer con mi vida, ni si tengo algo que hacer con ella o solo dejarme llevar por el fluir de la vida. No quiero hablar más de ello, a fin de cuentas. Me llamo Mohamed y me voy de aquí y de vosotros, al menos por un tiempo.