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domingo, 20 de enero de 2013

Madre

Silencio en la soledad,
pienso en mis fortunas.
Mi mayor error fue decepcionarla.

Me refugio de nuevo.
Me excuso en la sangre,
tempestad de mi juventud.

Sintiendo el mundo en carne viva.
Se agrieta mi coraza.
Se acolcha mi razón.

Caigo de nuevo,
con la esperanza del mañana,
espejo de mis lamentos de ayer.

Duelen mis males
como nunca antes: nada.
Mi mayor dolor fue decepcionarla.

Indagar en lo mundano,
buscando la excelencia.
Olvidando que soy carne de su carne.

Afianzado en mi castillo,
que es mi dolor, 
observo indolente los surcos de sus lágrimas.

Prisionero de mi ego.
Perdóname.
Sin tu bendición sería mi sino caer sin consuelo.

Doy gracias por tu amor y por poder llorarte algún día. 
Por tener a alguien tan noble a quien llorar.

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